Hoy he vuelto a recuperar un viejo hábito que tenía abandonado -muy a mi pesar-: leer poesía o más bien, embeberme de ella, saborearla y dejar que el brote de sensaciones que deja en mi piel, en mi ser, en mi cuerpo... explote y me transporte. Hay poemas que me deboran el alma, otros la traspasan y nunca regresan, sin embargo unos cuantos se alojan para siempre en ella, la alimentan cuando lo necesito y me recuerdan el valor de la palabra escrita, mucho más que trazos de tinta. Y hay poetas y poetisas que seducen mis noches y pueblan mi universo, pero otros apenas asoman ya en mis estanterías porque los más leídos reclaman su presencia, desgastada ya por el tacto de mis dedos o la salada humedad de mis lágrimas. Lorca, Rosales, Benedetti, Whitman, Peri Rossi... pero hoy W.H. Auden y el precioso y doloroso "Que paren todos los relojes". Espero que todos podamos ser el norte, el sur, el este y el oeste de alguien en nuestras vidas.
Que paren todos los relojes (W. H. Auden)
Paren todos los relojes, descuelguen el teléfono,
Eviten que el perro ladre dándole un hueso sabroso,
Silencien los pianos y con un sordo timbal,
saquen el ataúd, permitan a los dolientes venir.
Que los aviones con sus gemidos nos sobrevuelen
garabateando en el cielo el mensaje El se ha muerto,
Pongan un crespón alrededor de los cuellos blancos de las palomas
Permitan a los policías de tráfico usar guantes negros de algodón.
Él era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi mediodía, mi medianoche, mi palabra, mi canción;
Creí que el amor sería eterno, pero me equivoqué.
Ya no deseo las estrellas: apáguenlas todas;
Empaqueten la luna y desmantelen el sol;
Vacíen el mar y barran los bosques.
Pues nada ahora podrá ser como antes.
W. H. Auden
(Stop all the clocks / Funeral Blues)
Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.
Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.
He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.
The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good.
0 comentarios:
Publicar un comentario